17 de agosto de 2010

Vida

Muchas y pocas cosas pueden explicar que es, ese infinito intercambio de palabras, acciones, aromas. Ese insistente juego de palabras, en el cual uno nunca sabrá cual fue la correcta, sólo sabe que debe responder. Aquel pequeño reloj de mano, el cual nos indica cuánto tiempo pasa, y nunca dejará de correr.

Ese inexplicable compromiso entre la duda, el asar, la suerte y el error, amantes por naturaleza por su odio mutuo, de querer ganar y ser el primero, aunque su secreto más profundo y oculto, es que después de uno, va el turno del otro.

De qué vale vivir, si uno no termina de realizar todas las acciones que soñamos hacer por querer hacer todo más fácil y rápido, repitiendo las más usadas y omitiendo las que pensamos que están lejos de alcanzar. De querer volver atrás, de buscar una salida si sabes que ese sendero angosto no tiene otra salida que aquel incomprendido y odiado fin, y no va a ir más lento o más despacio por que vos quieras. Todos vamos a llegar algún día, no te apures.

No intentes mirar arriba y desear con ir allá o pensar siquiera cómo es, si todavía no sabes el nombre de la persona que está a tu lado, entender lo que sucede a tu alrededor y cumplir la acción por lo que fuiste enviado.

La esencia de la vida no es solo amar, hay muchas cosas que, aunque nos parezcan pequeñas, son las más importantes y las que en definitiva, son las que llenan por completo.

La mejor forma de entender el procedimiento en el cual se basa la vida, es comparándola con un dado. Uno sabe que lo arroja, en que sentido va la mano, la fuerza que le da a su giro, pero nunca en qué numero va a caer. Ese trabajo es de ella, saber el destino de la numeración del dado, que va a suceder con cada cosa.


En realidad, no existe una palabra, frase o acción que sirva para describirla en toda su plenitud, ya que como dijo una vez el famoso filósofo y escritor español Jorge Santayana, “La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla”.


A.A. Castaño

1 de agosto de 2010

No te caigas Luna

No te caigas Luna
No resbales de aquel precipicio
Que terminaras rodando por aquella mejilla
Derrapando violentamente con aquella quijada
Terminando en el olvido de esos labios

No te caigas Luna
No permitas ceder a aquella tentación
Porque debe ser fácil caer
Pero sabes que no se puede volver
A aquellos hermosos ojos

No te caigas Luna
Que eres preciosa
Más valiosa que los diamantes
Y sin ti, aquellos ojos quedaran húmedos por tu partir
Sabiendo que pudo retenerte

No te caigas Luna
Que podría hacer una guerra por ti
Luchar contra cielos y mares
Por no dejar derrocharte
Porque sabes que no vale la pena

No te caigas Luna
Que tu camino deja los restos de humedad en tu partir
Los labios te prueban y ven que sos salada
Salada amargura diría yo
Por saber que fue en vano dejarte ir

No te caigas Luna
Que aun no encontré motivo para que lo hagas
No encontré persona que valga tu sacrificio
De dejarte resbalar por aquella cara rosada
Para terminar en el olvido de la soledad

No te caigas Luna
Que quiero verte en aquellos ojos profundos
Sonriendo contenta
Pero si te quieres caer, hazlo
Solamente si es por felicidad

A. A. Castaño